Reinado de Josías
(2 R 22.1-2)
1 Josías tenía ocho años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén treinta y un años.
2 Hizo lo recto a los ojos del Señor y siguió los pasos de su antepasado David, sin apartarse ni a la derecha ni a la izquierda.
Reformas de Josías
(2 R 23.4-20)
3 A los ocho años de su reinado, cuando aún era un jovencito, Josías comenzó a buscar al Dios de David su padre. A los doce años comenzó a limpiar a Judá y a Jerusalén, quitando los lugares altos y las imágenes de Asera, y las esculturas e imágenes fundidas.
4 Quitaron de su vista los altares de los baales, e hizo pedazos las imágenes del sol, que estaban puestas encima; despedazó también las imágenes de Asera y las esculturas y estatuas fundidas, hasta hacerlas polvo, y el polvo lo esparció sobre los sepulcros de aquellos que les habían ofrecido sacrificios.
5 Quemó además sobre sus altares los huesos de los sacerdotes, y limpió a Judá y a Jerusalén.
6 Lo mismo hizo en las ciudades de Manasés, Efraín, Simeón y hasta Neftalí, y en los lugares vecinos.
7 Una vez que terminó de derribar los altares y las imágenes de Asera, y de romper y desmenuzar las esculturas, y de hacer pedazos todos los ídolos en todo Israel, volvió a Jerusalén.
Hallazgo del libro de la ley
(2 R 22.3—23.3)
8 A los dieciocho años de su reinado, cuando ya había limpiado el país y el templo, Josías envió a Safán hijo de Azalía, al gobernador de la ciudad Maseías, y al canciller Yoaj hijo de Joacaz, a que repararan el templo del Señor su Dios.
9 Estos se presentaron ante el sumo sacerdote Hilcías, y le dieron el dinero que había sido llevado al templo del Señor, y que los levitas que cuidaban la puerta habían recibido de manos de Manasés y de Efraín y de todo el remanente de Israel, de todo Judá y Benjamín, y de los habitantes de Jerusalén.
10 Se lo entregaron personalmente a quienes realizaban las obras y eran mayordomos en el templo del Señor, los cuales lo iban entregando a los que hacían las obras y trabajaban en el templo del Señor, para reparar y restaurar el templo.
11 Lo daban también a los carpinteros y canteros para que compraran piedra de cantería y madera para los armazones, así como para el enmaderado de los edificios que los reyes de Judá habían destruido.
12 Estos hombres procedían en la obra con fidelidad. Para activar las obras, sus mayordomos eran Yajat y Abdías, levitas de los hijos de Merari, y Zacarías y Mesulán, de los hijos de Coat; de los levitas, todos los que sabían tocar instrumentos musicales.
13 También supervisaban a los cargadores, y eran los mayordomos de los encargados de toda clase de obra. Entre los levitas había escribas, gobernadores y porteros.
14 Mientras se sacaba del templo del Señor el dinero que había sido llevado allí, el sacerdote Hilcías halló el libro de la ley del Señor, que Moisés había dejado.
15 Al informar acerca de esto, Hilcías le entregó el libro al escriba Safán, y le dijo:
«He hallado en el templo del Señor el libro de la ley.»
16 Safán llevó el libro al rey, y mientras le contaba lo del hallazgo le dijo:
«Tus siervos han cumplido con todo lo que les fue encomendado.
17 Han reunido el dinero que se hallaba en el templo del Señor, y lo han entregado a los encargados y a los que hacen las obras.
18 Además, el sacerdote Hilcías me ha entregado un libro.»
Dicho esto, el escriba Safán leyó el libro al rey, al tiempo que se lo entregaba.
19 Tan pronto como el rey oyó las palabras de la ley, se rasgó las vestiduras
20 y dio las siguientes órdenes a Hilcías, a Ajicán hijo de Safán, a Abdón hijo de Micaía, al escriba Safán, y a su siervo Asaías:
21 «En cuanto a las palabras del libro que se ha hallado, vayan y consulten al Señor por mí y por el remanente de Israel y de Judá. Ciertamente, grande es la ira del Señor que ha caído sobre nosotros, pues nuestros padres no obedecieron la palabra del Señor, ni actuaron conforme a todo lo que está escrito en él.»
22 Entonces Hilcías y la gente del rey fueron a ver a la profetisa Julda, que vivía en el segundo barrio de Jerusalén. Julda era la esposa de Salún hijo de Ticva, hijo de Jarjás, el encargado de las vestiduras. En cuanto le repitieron las palabras antes dichas,
23 ella respondió:
«El Señor y Dios de Israel ha dicho así: “Díganle a quien los ha enviado a mí, que yo, el Señor,
24 voy a mandar la calamidad sobre este lugar y sobre sus habitantes, y todas las maldiciones que están escritas en el libro que leyeron delante del rey de Judá,
25 porque ellos me han abandonado y han ofrecido sacrificios a dioses extraños; han provocado mi ira con todas las obras de sus manos. Por lo tanto, mi ira se derramará sobre este lugar, y no se apagará.
26 Pero digan de mi parte al rey de Judá, que los ha enviado a consultarme, que yo, el Señor y Dios de Israel, he dicho: ‘Puesto que prestaste atención a las palabras del libro
27 acerca de este lugar y de sus habitantes, y al oírlas te conmoviste de corazón y te humillaste delante de mí, y te rasgaste las vestiduras y lloraste en mi presencia, yo también te he oído.’
—Palabra del Señor.
28 ”Yo te pondré junto con tus padres, y serás sepultado en paz, y tus ojos no verán todo el mal que voy a traer sobre este lugar y sobre sus habitantes.”»
En cuanto ellos comunicaron al rey la respuesta,
29 el rey ordenó que se reunieran todos los ancianos de Judá y de Jerusalén.
30 Entonces el rey se dirigió al templo del Señor, acompañado por todos los hombres de Judá y los habitantes de Jerusalén, y por los sacerdotes, los levitas y todo el pueblo, desde el mayor hasta el más pequeño, y leyó en voz alta todas las palabras del libro del pacto que había sido hallado en el templo del Señor.
31 Allí mismo, delante del Señor, el rey se puso de pie y se comprometió a ir en pos del Señor y a cumplir sus mandamientos, testimonios y estatutos con todo su corazón y con toda su alma, y a poner en práctica las palabras del pacto que estaban escritas en aquel libro.
32 Hizo también que se comprometieran a ello todos los que estaban en Jerusalén y en Benjamín, y los habitantes de Jerusalén cumplieron con el pacto de Dios, el Dios de sus padres.
33 Luego Josías quitó de toda la tierra de los israelitas todo objeto repugnante, e hizo que todos los que se hallaban en Israel sirvieran al Señor su Dios. Y mientras Josías vivió, ellos no dejaron de seguir al Señor y Dios de sus padres.
1 Jozjasz miał osiem lat, gdy został królem i królował w Jerozolimie trzydzieści jeden lat. 2 Czynił to, co słuszne w oczach Pana, i kroczył drogami Dawida, swego przodka, i nie zboczył ani na prawo, ani na lewo.
3 W ósmym roku królowania, gdy był jeszcze młody, zaczął szukać Boga Dawida, swego przodka, a w dwunastym roku zaczął oczyszczać Judę i Jerozolimę z wyżyn i aszer oraz rzeźbionych i odlanych posągów. 4 W jego obecności rozbito ołtarze baali, a ołtarze kadzenia, które były na górze nad nimi, kazał roztrzaskać; aszery, rzeźbione i odlane posągi połamał, rozbił w proch i rozrzucił na grobach tych, którzy im składali ofiary. 5 Kości kapłanów spalił na ich ołtarzach i oczyścił Judę oraz Jerozolimę. 6 W miastach Manassesa, Efraima, Symeona aż do Neftalego, zamieniając w ruiny, 7 zburzył ołtarze, aszery i pomniki – roztrzaskał i starł na proch, a wszystkie ołtarze kadzielne rozbił w całej ziemi Izraela. Potem powrócił do Jerozolimy.
8 W osiemnastym roku swego królowania, gdy oczyścił kraj i dom, posłał Szafana, syna Asaliasza, i Maasejasza, naczelnika miasta, oraz Joacha, syna Joachaza, kronikarza, aby naprawić dom Pana, swego Boga. 9 Przybyli do arcykapłana Chilkiasza i dostarczyli srebro, które zebrali lewici, stróże progu, od Manassesa i Efraima oraz od całej reszty Izraela i całego plemienia Judy, Beniamina oraz mieszkańców Jerozolimy, przyniesione do domu Bożego. 10 Przekazali do rąk wykonujących prace, którzy mieli nadzór nad domem Pana, a ci dawali je robotnikom, pracującym w domu Pana, aby naprawić i wzmocnić ten dom. 11 Dali je cieślom i murarzom, aby nabyli ciosane kamienie, drewno na wiązania i aby wyłożyli belkami budynki, które królowie Judy doprowadzili do ruiny.
12 Mężczyźni ci solidnie wykonywali prace, a kierownikami nad nimi byli Jachat i Obadiasz, lewici spośród potomków Merariego, oraz Zachariasz i Meszullam, spośród potomków Kehata, którzy sprawowali nadzór; wszyscy ci lewici byli biegli w grze na instrumentach muzycznych. 13 Nadzorowali tragarzy i kierowali wszystkimi wykonywanymi pracami – każdą czynnością. A inni lewici byli pisarzami, urzędnikami i odźwiernymi.
14 Gdy wyjmowano srebro złożone w domu Pana, kapłan Chilkiasz znalazł księgę Prawa Pana przekazaną przez Mojżesza. 15 Wtedy odezwał się Chilkiasz do pisarza Szafana: Znalazłem księgę Prawa w domu Pana. I Chilkiasz dał tę księgę Szafanowi. 16 Szafan zaś przyniósł księgę do króla, a następnie zdał królowi sprawę: Wszystko, co jest powierzone twoim sługom, to czynią. 17 Wysypali srebro znalezione w domu Pana i przekazali nadzorcom i wykonującym prace. 18 Pisarz Szafan powiedział też królowi: Kapłan Chilkiasz dał mi księgę. I Szafan czytał ją w obecności króla.
19 A gdy król usłyszał słowa Prawa, rozerwał swe szaty. 20 I polecił król Chilkiaszowi i Achikamowi, synowi Szafana, Abdonowi, synowi Miki, oraz pisarzowi Szafanowi i Asajaszowi, słudze króla: 21 Idźcie i radźcie się Pana w mojej sprawie i w sprawie pozostałych w Izraelu i Judzie oraz w sprawie słów znalezionej księgi, ponieważ wielki jest gniew Pana, który został na nas wylany. Nasi ojcowie bowiem nie strzegli słowa Pana i nie postępowali zgodnie z tym wszystkim, co jest zapisane w tej księdze.
22 Chilkiasz poszedł wraz z ludźmi króla do prorokini Chuldy, żony Szalluma, syna Tokehata, syna Chasry, pilnującego szat, a mieszkała ona w Jerozolimie, w drugiej dzielnicy, i opowiedzieli jej, jak to było. 23 A ona im odpowiedziała: Tak mówi Pan, Bóg Izraela: Powiedzcie człowiekowi, który posłał was do mnie: 24 Tak mówi Pan: Oto Ja sprowadzam nieszczęście na to miejsce i na jego mieszkańców oraz wszystkie przekleństwa zapisane w księdze, którą czytali w obecności króla Judy. 25 Ponieważ opuścili Mnie i palili kadzidło innym bogom, aby pobudzać Mnie do gniewu przez wszystko, co robili; więc Mój gniew zapłonął przeciw temu miejscu i nie zgaśnie.
26 Lecz królowi Judy, który was posłał, aby radzić się Pana, tak powiedzcie: Tak mówi Pan, Bóg Izraela, o słowach, które usłyszałeś: 27 Ponieważ złagodniało twoje serce i ukorzyłeś się przed obliczem Boga, gdy usłyszałeś Jego słowa przeciwko temu miejscu i przeciwko jego mieszkańcom, ukorzyłeś się przede Mną, rozdarłeś swe szaty i płakałeś przede Mną, więc Ja prawdziwie cię wysłuchałem – wyrocznia Pana. 28 Oto Ja przyłączę cię do twoich przodków i w pokoju zostaniesz pochowany w swoim grobie. Twoje oczy nie będą oglądały całego nieszczęścia, które Ja sprowadzam na to miejsce i na jego mieszkańców. I zanieśli królowi tę odpowiedź.
29 Król posłał więc i zgromadził całą starszyznę Judy i Jerozolimy. 30 Następnie do domu Pana wszedł król, a potem wszyscy Judejczycy i mieszkańcy Jerozolimy, kapłani, lewici i cały lud, od największego do najmniejszego. Odczytał głośno wszystkie słowa Księgi Przymierza znalezionej w domu Pana. 31 Król stał na swym miejscu i przed obliczem Pana zawarł przymierze, że będą chodzić za Panem, przestrzegać Jego przykazań, upomnień i ustaw całym sercem i całą duszą i wykonywać słowa przymierza zapisane w tej księdze.
32 Zobowiązał do tego wszystkich znajdujących się w Jerozolimie i w Beniaminie, a mieszkańcy Jerozolimy postąpili zgodnie z przymierzem Boga, Boga swoich ojców. 33 Jozjasz usunął wszystkie obrzydliwości ze wszystkich ziem, które należały do Izraelitów, a wszystkich znajdujących się w Izraelu uczynił sługami, aby służyli Panu, swemu Bogu. Dopóki żył, nie odstąpili od Pana, Boga swych ojców.