King Hezekiah's Illness and Recovery
(2 Kings 20.1-112 Chronicles 32.24-26)1 About this time King Hezekiah became sick and almost died. The prophet Isaiah son of Amoz went to see him and said to him, “The Lord tells you that you are to put everything in order because you will not recover. Get ready to die.”
2 Hezekiah turned his face to the wall and prayed: 3 “Remember, Lord, that I have served you faithfully and loyally, and that I have always tried to do what you wanted me to.” And he began to cry bitterly.
4 Then the Lord commanded Isaiah 5 to go back to Hezekiah and say to him, “I, the Lord, the God of your ancestor David, have heard your prayer and seen your tears; I will let you live fifteen years longer. 6 I will rescue you and this city of Jerusalem from the emperor of Assyria, and I will continue to protect the city.”
21 Isaiah told the king to put a paste made of figs on his boil, and he would get well. 22 Then King Hezekiah asked, “What is the sign to prove that I will be able to go to the Temple?”
7 Isaiah replied, “The Lord will give you a sign to prove that he will keep his promise. 8 On the stairway built by King Ahaz, the Lord will make the shadow go back ten steps.” And the shadow moved back ten steps.
9 After Hezekiah recovered from his illness, he wrote this song of praise:
10 I thought that in the prime of life
I was going to the world of the dead,
Never to live out my life.
11 I thought that in this world of the living
I would never again see the Lord
Or any living person.
12 My life was cut off and ended,
Like a tent that is taken down,
Like cloth that is cut from a loom.
I thought that God was ending my life.
13 All night I cried out with pain,
As if a lion were breaking my bones.
I thought that God was ending my life.
14 My voice was thin and weak,
And I moaned like a dove.
My eyes grew tired from looking to heaven.
Lord, rescue me from all this trouble.
15 What can I say? The Lord has done this.
My heart is bitter, and I cannot sleep.
16 Lord, I will live for you, for you alone;
Heal me and let me live.
17 My bitterness will turn into peace.
You save my life from all danger;
You forgive all my sins.
18 No one in the world of the dead can praise you;
The dead cannot trust in your faithfulness.
19 It is the living who praise you,
As I praise you now.
Parents tell their children how faithful you are.
20 Lord, you have healed me.
We will play harps and sing your praise,
Sing praise in your Temple as long as we live.
Enfermedad de Ezequías
(2 R 20.1-112 Cr 32.24-26)1 Por esos días, Ezequías cayó gravemente enfermo. Entonces el profeta Isaías hijo de Amoz fue a visitarlo y le dijo:
«Así dice el Señor: “Ordena tu casa, porque de esta enfermedad no saldrás con vida.”»
2 Ezequías se volvió hacia la pared, y oró al Señor.
3 Con lágrimas en los ojos le dijo:
«Señor, recuerda por favor que me he conducido ante ti con verdad y con un corazón sincero, y que siempre he hecho lo que te agrada y apruebas.»
4 Entonces el Señor le habló a Isaías y le dijo:
5 «Ve y dile de mi parte a Ezequías: “Yo soy el Señor, el Dios de tu padre David. Ya he escuchado tu oración, y he visto tus lágrimas. Voy a añadirte quince años más de vida.
6 Yo te libraré de caer en las manos del rey de Asiria, y a esta ciudad la protegeré.
7 Y esto te servirá de señal de que yo, el Señor, haré todo esto que he dicho:
8 Yo haré que en el reloj de sol de Ajaz la sombra retroceda los diez grados que ya ha bajado.”»
Y, en efecto, la sombra retrocedió los diez grados que ya había bajado.
9 Esto es lo que escribió Ezequías, rey de Judá, cuando cayó enfermo y sanó de su enfermedad:
10 «Yo creía que a la mitad de mis días bajaría a las puertas del sepulcro, y que no viviría el resto de mis años.
11 Yo creía que ya no vería al Señor en la tierra de los vivientes; que ya no volvería a ver a los que habitan este mundo;
12 que mi casa había sido removida, como cuando se levanta la tienda de un pastor. ¡Como un tejedor, recorté mi vida, y Dios me la acortó con la enfermedad! ¡En un solo día acabó conmigo!
13 Esperé hasta el amanecer, pero con la furia de un león él me molió todos los huesos; ¡en un solo día acabó conmigo!
14 »Yo me quejaba como una grulla; gemía como una golondrina; levantaba los ojos al cielo, como una paloma: “Señor, soy víctima de la violencia; ¡dame fuerzas!”
15 ¿Y qué puedo decir, si esto lo ha hecho el mismo que me lo dijo? Toda mi vida andaré humildemente, por causa de la amargura que siento en el alma.
16 »Señor, todo esto nos hace vivir, y en todo esto halla vida mi espíritu: ¡tú me restablecerás y me prolongarás la vida!
17 ¡Mira la gran amargura que me sobrevino cuando yo vivía en paz! Pero a ti te agradó librarme de la corrupción del sepulcro, porque les diste la espalda a todos mis pecados.
18 Y es que el reino de la muerte no te exalta, ni te alaba la muerte; tampoco los que bajan al sepulcro esperan tu verdad.
19 Solo te alaban los que viven, como hoy vivo yo. Esta verdad la enseñarán los padres a sus hijos.
20 ¡El Señor me salvará! ¡Por eso todos los días de nuestra vida elevaremos nuestros cánticos en la casa del Señor!»
21 Antes Isaías había dicho: «Hagan una pasta de higos, y póngansela en la llaga; así sanará.»
22 Por su parte, Ezequías había dicho: «¿Qué señal recibiré de que podré subir a la casa del Señor?»