La caída de Jerusalén
1 ¡Cómo se ha empañado el oro!
¡El oro fino ha perdido su brillo!
¡Las piedras del santuario se hallan esparcidas
por todas las calles y encrucijadas!
2 Los hijos de Sión,
más preciados y estimados que el oro puro,
¡ahora son vistos como vasijas de barro,
como hechura de un alfarero!
3 Aun los chacales cuidan de sus cachorros,
pero mi amada ciudad es cruel como avestruz del desierto.
4 Tanta sed tienen los niños de pecho
que la lengua se les pega al paladar;
los pequeñitos piden de comer,
¡y no hay quien los alimente!
5 Tendidos por las calles yacen
los que comían delicados platillos;
los que antes se vestían de púrpura,
hoy se aferran a los basureros.
6 La maldad de Jerusalén fue mayor
que el pecado de Sodoma;
¡en un instante quedó en ruinas,
sin la intervención humana!
7 Sus nobles eran más claros que la nieve
y más blancos que la leche;
de piel más rosada que el coral,
de talle más delicado que el zafiro.
8 ¡Pero han quedado irreconocibles!
¡Se ven más oscuros que las sombras!
¡Tienen la piel pegada a los huesos!
¡Están secos como un leño!
9 Más dichosos fueron los que cayeron en batalla
que los que fueron muriendo de hambre,
porque estos fueron muriendo lentamente
por no tener para comer los frutos de la tierra.
10 Con sus propias manos,
mujeres piadosas cocinaron a sus hijos.
El día que mi ciudad amada fue destruida,
sus propios hijos les sirvieron de alimento.
11 El Señor derramó el ardor de su ira
y satisfizo su enojo;
¡encendió en Sión un fuego
que redujo a cenizas sus cimientos!
12 Jamás creyeron los reyes de la tierra,
ni los habitantes del mundo,
que nuestros enemigos lograrían
pasar por las puertas de Jerusalén.
13 ¡Pero fue por los pecados de sus profetas!
¡Fue por las maldades de sus sacerdotes,
que en sus calles derramaron sangre inocente!
14 Tropezaban por las calles, como ciegos.
¡Tan manchadas de sangre tenían las manos
que no se atrevían a tocar sus vestiduras!
15 «¡Apártense, gente impura!», les gritaban;
«¡Apártense, no toquen nada!»
Y se apartaron y huyeron.
Y entre las naciones se dijo:
«Estos jamás volverán a vivir aquí.»
16 El Señor, en su enojo, los dispersó
y no volvió a tomarlos en cuenta,
pues no respetaron a los sacerdotes
ni se compadecieron de los ancianos.
17 Nuestros ojos desfallecen,
pues en vano esperamos ayuda;
en vano esperamos el apoyo
de una nación incapaz de salvarnos.
18 Vigilan todos nuestros pasos;
no podemos salir a la calle;
el fin de nuestros días se acerca;
¡nuestra vida ha llegado a su fin!
19 Los que nos persiguen son más ligeros
que las águilas del cielo.
Nos persiguen por los montes,
y en el desierto nos han tendido trampas.
20 Atrapado entre sus redes
quedó el ungido del Señor,
el que daba aliento a nuestra vida;
aquel del cual decíamos:
«Bajo su sombra protectora
viviremos entre las naciones.»
21 ¡Alégrate ahora, Edom,
tú que habitas en la región de Uz!
¡Ya te llegará la hora de beber la copa de la ira,
hasta que la vomites!
22 Tu castigo, Sión, ya se ha cumplido,
y nunca más volverán a llevarte cautiva.
Pero a ti, Edom, el Señor castigará tu iniquidad
y pondrá al descubierto tus pecados.
1 How is the gold become dim! how is the most fine gold changed! the stones of the sanctuary are poured out in the top of every street. 2 The precious sons of Zion, comparable to fine gold, how are they esteemed as earthen pitchers, the work of the hands of the potter! 3 Even the sea monsters draw out the breast, they give suck to their young ones: the daughter of my people is become cruel, like the ostriches in the wilderness. 4 The tongue of the sucking child cleaveth to the roof of his mouth for thirst: the young children ask bread, and no man breaketh it unto them. 5 They that did feed delicately are desolate in the streets: they that were brought up in scarlet embrace dunghills. 6 For the punishment of the iniquity of the daughter of my people is greater than the punishment of the sin of Sodom, that was overthrown as in a moment, and no hands stayed on her. 7 Her Nazarites were purer than snow, they were whiter than milk, they were more ruddy in body than rubies, their polishing was of sapphire: 8 Their visage is blacker than a coal; they are not known in the streets: their skin cleaveth to their bones; it is withered, it is become like a stick. 9 They that be slain with the sword are better than they that be slain with hunger: for these pine away, stricken through for want of the fruits of the field. 10 The hands of the pitiful women have sodden their own children: they were their meat in the destruction of the daughter of my people. 11 The LORD hath accomplished his fury; he hath poured out his fierce anger, and hath kindled a fire in Zion, and it hath devoured the foundations thereof. 12 The kings of the earth, and all the inhabitants of the world, would not have believed that the adversary and the enemy should have entered into the gates of Jerusalem.
13 ¶ For the sins of her prophets, and the iniquities of her priests, that have shed the blood of the just in the midst of her, 14 They have wandered as blind men in the streets, they have polluted themselves with blood, so that men could not touch their garments. 15 They cried unto them, Depart ye; it is unclean; depart, depart, touch not: when they fled away and wandered, they said among the heathen, They shall no more sojourn there . 16 The anger of the LORD hath divided them; he will no more regard them: they respected not the persons of the priests, they favoured not the elders. 17 As for us, our eyes as yet failed for our vain help: in our watching we have watched for a nation that could not save us . 18 They hunt our steps, that we cannot go in our streets: our end is near, our days are fulfilled; for our end is come. 19 Our persecutors are swifter than the eagles of the heaven: they pursued us upon the mountains, they laid wait for us in the wilderness. 20 The breath of our nostrils, the anointed of the LORD, was taken in their pits, of whom we said, Under his shadow we shall live among the heathen.
21 ¶ Rejoice and be glad, O daughter of Edom, that dwellest in the land of Uz; the cup also shall pass through unto thee: thou shalt be drunken, and shalt make thyself naked.
22 ¶ The punishment of thine iniquity is accomplished, O daughter of Zion; he will no more carry thee away into captivity: he will visit thine iniquity, O daughter of Edom; he will discover thy sins.